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El proceso creativo del arquitecto

El proceso creativo del arquitecto

¿Cuántas veces realmente nos hemos detenido a reflexionar acerca de la gran complejidad que implica convertirse en un profesional de la arquitectura?

 

 

El proceso creativo del arquitecto es fascinante, desde que surge la primer idea y tratamos de expresarla a través del habla o describirla con la palabra escrita por medio de un ensayo, para después tener que traducirla a un lenguaje gráfico que podría llegar a terminar en un modelo 3D y finalmente ver ése modelo materializado. A todo ése proceso de elaboración y transformación se le podría llegar a considerar simplemente INDESCRIPTIBLE.


“Es impresionante el proceso cognitivo que tiene que aprender a desarrollar un estudiante de arquitectura para realmente llegar a considerarse arquitecto”

Erich Frömm, psicólogo del S. XX, menciona sabiamente en su libro de «el arte de amar» que lo único que también nos permite conectar con nosotros mismos y con el mundo después de la sensación de amar y sentirse amado, es tener la certeza de nuestros poderes humanos y nuestra facultad creativa porque… “En todos los tipos de trabajo creador el individuo y su objeto se tornan uno” y así es como “el hombre se une al mundo en el proceso de creación”.

Porque ser humano es algo mucho más complejo y profundo que solo esforzarnos hasta el último aliento por mantenernos vivos… Ser humano es sinónimo de realizar aportaciones a la humanidad que a la larga sean testigos de nuestra existencia, que como Mauricio Rocha y Gaby Carrillo mencionaron alguna vez en sus Cátedras extraordinarias Federico Mariscal con sede en la Facultad de Arquitectura de Ciudad Universitaria, nuestras obras se conviertan en atemporales, permeen en el tiempo, dignifiquen nuestros nombres, dejen huella en los corazones de otros y sigan construyendo historia.

Es por ello que la música, la pintura, la escultura, la literatura y la arquitectura nos llenan tanto el alma, porque las artes son las únicas que nos brindan la gran satisfacción de poder trascender y desdibujar esa delgada línea entre pasado, presente y futuro… entre el olvido y lo eterno.

Diseñar a partir de palabras cualitativas… El nacimiento de una idea

¿Qué es una palabra cualitativa?… El arquitecto mexicano Gustavo Carmona lo define como “palabras imposibles de medir o valorar” y sugiere que una buena opción es pensar en 10 palabras cualitativas antes de comenzar a croquizar…

Cuando comenzamos a incursionar en ésta maravillosa profesión, muchas veces nos es difícil poder concebir la idea de que una palabra cualitativa, ¡tan sólo una! como:

– Tiempo
– Trayectoria
– Dualidad
– Transparencia
– Fragilidad
– Espera
– Felicidad
– Caos
– Efímero
– Nostalgia

Pueda llegar a convertirse en materia o pueda ser una fuente de inspiración para lograr generar una filosofía arquitectónica que pueda tener como resultado una propuesta de diseño, valiéndose de la geometría.

Se dice fácil, pero encontrar la manera de convertir un concepto intangible en algo tangible, evitando la obviedad, sin a su vez dejar de sutilmente comunicar el mensaje original, a través del pensamiento abstracto y diseñar un espacio de alto impacto sensorial, que te invite y que te seduzca, pero sin rayar en el descaro, es todo un reto.

El simple hecho de pensar que un proyecto responde no sólo a una necesidad sino también a la intención de desear representar una palabra en otros términos, con todas las limitantes que muchas veces conlleva ésa transición, es una labor titánica.

Del concepto a la conceptualización

Los arquitectos son seres optimistas, porque siempre ven oportunidades donde otros no lo pueden ni siquiera imaginar…

“Nosotros siempre vemos un espacio donde otros sólo ven un vacío»

Desear diseñar a partir de una forma fastidia porque no debemos soslayar que la forma es el medio y no el fin para generar un proyecto de alto impacto, por ello es importante hacerlo con base a algo más sólido como la función, orientación o contexto.

Es cuando lo real y lo irreal comienzan a interactuar entre sí para terminar mimetizándose y dar paso a algo nuevo, cuando los volúmenes comienzan a convertirse en nuestra arma más poderosa, pero no en nuestra definición de concepto per sé.

En ocasiones nos perdemos tratando de rendirle pleitesía a una forma en específico, nos encaprichamos y nos aferramos tanto a la idea de querer proyectar a voluntad, que nos olvidamos de que existe más de una manera de poder presentar el mismo concepto sin perder ésa intención original.

Que en un proyecto siempre hay que dejar que él sea lo que quiera ser y que en la mayoría de los casos, el caos lleva a la calma y el accidente se puede llegar a convertir en genialidad.

La abismal diferencia entre sensación y percepción

Verónica González Zavala mencionó en una entrevista para el Glocal Design Magazine que debemos “buscar la arquitectura que se siente, porque la arquitectura es algo que nos envuelve, nos rodea, nos sostiene y es algo muy poderoso capaz de transformar nuestras vidas”

Ésa es la gran importancia de tomar en consideración todos los sentidos del ser humano al diseñar, generando propuestas donde no sólo intervengan elementos visuales como colores o juegos de luces y sombras sino también de elementos sonoros, de plantas aromáticas, de texturas, de todos lo componentes que nos permitan construir una atmósfera armónica.

Sin embargo, todavía existe un fin último para cualquier género de edificio y es ahí donde Lucio Muniain expone en una de sus entrevistas para Radioarquitectura, que el verdadero éxito de un arquitecto es sentirse pleno al ver que “al final una casa es aparador de los gustos de la gente”… él hace hincapié en que… “yo quiero que la gente que viva su casa, pues la viva ella, porque es SU CASA… lo importante es todo lo que sucede dentro de ella, es la vida que hiciste ahí, es como te enamoraste ahí de tu mujer de tus hijos, es como creciste ahí con ellos, que cosas fue adquiriendo la casa con el tiempo y al final la casa se vuelve sólo un aparador de todo éso… Para mí el chingón arquitecto es el que hace que eso fluya y te desarrolles mejor en tú hogar y ése… ése es el mejor legado que puedes dejar”

Así que no tan sólo se trata de construir un espacio agradable, sino entender que su historia no termina a partir de que la construcción finaliza, sino que ése solo es el inicio de su larga trayectoria, de no ser así el edificio sería sólo un inmueble muerto, un objeto inanimado similar a un monumento digno de admiración pero sin sentido, ni utilidad alguna que sólo se limitaría a transmitir fuertes emociones y sensaciones.

Como Víctor Hugo menciona en su libro “Los Miserables”… “¡Oh, utilidad increíble de lo inútil!”, al describir como un niño inope de nombre Gavroche, utilizaba un monumento a su favor como refugio para protegerse de las inclemencias del mundo exterior.

Es entonces que entendemos hasta cuando es que un edificio puede considerarse nuestro y a partir de que momento comienza realmente a cobrar vida. Es justo a partir de la percepción ajena, de que las personas se apropian de él, se sienten identificadas, lo adoptan y lo hacen suyo a través de las experiencias vividas que lo transforman en un recinto que alberga momentos, es entonces a partir de ellos que comienza a construir su verdadera historia, a través no sólo de las sensaciones que transmite sino de las anécdotas que produce, de los recuerdos que propicia y que imprime en las memorias de los transeúntes… De como lo ven, lo viven y lo sienten los demás.

“Ser arquitecto es un acto generoso, es dedicarse a crear para después dejar ir… es crear para ceder”

Figuras dignas de admiración y fuentes de inspiración

Mauricio Rocha, Gabriela Carrillo, Alberto Kalach, Gustavo Carmona, Lucio Muniain, Rodrigo Velasco, Verónica González Zavala, entre otros son nombres de arquitectos contemporáneos que independientemente de su origen mexicano y de la grandeza de sus obras han llegado a impactar directa o indirectamente en nuestra vida profesional, porque nos sentimos identificados no sólo con sus ideales, sino con los principios que rigen sus vidas.

Debo decir con humildad y sin temor a equivocarme que aunque puede que sólo haya tenido la oportunidad de cruzar un par de palabras con algunos de ellos, su gran influencia y sus consejos, no sólo me sirvieron como fuente de inspiración, sino que también fueron la fuente de fé y esperanza para poder algún día llegar tan lejos como ellos, a pesar de ésto mi admiración no surge debido a sus obras terminadas, sino a su visión al momento de proyectar.

Pero «La creatividad surge del saber más, no del saber menos» y como también comenta Rodrigo Velasco en una entrevista en la que participó para Radioarquitectura “las fuentes de inspiración no sólo son arquitectos vivos o muertos o las revistas dirigidas a especialistas del diseño y la construcción, también son las personas que vamos conociendo en las distintas etapas de nuestras vidas, la música que no nos cansamos de escuchar, los libros que se nos van cruzando a través de los años, los momentos inolvidables, las derrotas, los logros alcanzados y las lecciones de vida”

Es cuando finalmente un día logramos entender que cada arquitecto vive su propia realidad y diseña a partir de lo que conoce, porque su historia de vida es la que rige su proceso creativo y sólo él se inventa y se reinventa constantemente a partir de sus buenas o malas experiencias, a partir de todo el aprendizaje adquirido… Por ende no existe algún proceso que sea mejor o peor que otro, pero sí una diversidad y unicidad indiscutible.

Porque como Gustavo Carmona me dijo un día “Sómos como vemos y vemos como somos” o como Michel Rojkind menciona en el discurso que brindó en su momento para Trayectorias CDMX 2019…

“Lo que vámos construyendo, nos termina construyendo a nosotros”

Escrito por:
Alejandra I. Bonilla

Andrés Correa